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La Atención del Prematuro de Muy Bajo Peso: Atención En Red
El parto prematuro, es un problema de salud pública presente en todas las sociedades, independientemente de su nivel de desarrollo. Su frecuencia depende de muchas variables, entre otras, del desarrollo social, del desarrollo sanitario, de la nutrición de la población, etc. En Chile aproximadamente un 5 – 6% de los partos ocurren antes de las 38 semanas de gestación, es decir entre 12.000 y 15.000 recién nacidos prematuros cada año. Estos recién nacidos están expuestos a un alto riesgo de presentar problemas de salud en el corto y largo plazo, por lo que requieren atención especializada en sus primeros días y algunos hasta varios años después del nacimiento. Los recién nacidos que pesan menos de 1500 gramos al nacer o que nacen antes de las 32 semanas de gestación, 1% de todos los nacimientos, determinan aproximadamente el 33% de la mortalidad infantil; es decir uno de cada tres niños que fallece en el primer año de vida pesó al nacer menos de 1,5 Kg. o nació antes de las 32 semanas de gestación. La atención de salud de estos niños requiere la concurrencia de tecnología de alto costo y de equipos humanos multidisciplinarios altamente capacitados y con experiencia. Estos requerimientos no solo son relevantes para la hospitalización neonatal. Hasta un 30% de estos pacientes son rehospitalizados a lo menos una vez durante los primeros años de vida y un alto porcentaje de ellos van a requerir evaluaciones periódicas por distintos especialistas (neurólogos, oftalmólogos, fisiatras, pulmonólogos, otorrinolaringólogos, etc.) e intervenciones de rehabilitación para el manejo de sus secuelas neurológicas. Sin embargo, a pesar del alto costo asociado, al ser comparada con otras prestaciones de salud que benefician a pacientes de distintas edades la atención de la prematurez ha sido demostrada como una de las intervenciones sanitarias más costo-efectivas. En Chile cada año nacen aproximadamente 2500 niños antes de las 32 semanas de gestación, para mejorar sus expectativas de vida debemos ser capaces de ofrecer un modelo de atención eficaz y posible de implementar con las normales restricciones económicas y geográficas del país. En este contexto cobra vital importancia la organización del sistema de atención en redes, es decir un sistema que permita la definición de niveles de complejidad, con unidades de baja y mediana complejidad capaces de atender los casos menos complejos y de estabilizar a los pacientes más graves y con unidades de alta complejidad con el equipamiento y el personal necesario en las cuales concentrar la atención de los casos más complejos. Para que una organización de este tipo funcione se requiere también una adecuada comunicación entre los profesionales de los distintos niveles y un sistema de transporte que permita el traslado oportuno del paciente al centro adecuado a sus requerimientos. La eficiencia y los mejores resultados de un sistema organizado en redes no se logran solo con inversión en equipamiento de alta complejidad y con la contratación de personal especializado, sino que principalmente a través de su articulación de modo que los centros de alta complejidad concentren oportunamente el número de embarazos de riesgo y de prematuros suficiente como para mantener un adecuado nivel de experiencia. En distintas áreas de la medicina, neonatología no es la excepción, es evidente que los centros de especialidad que atienden un mayor número de pacientes son los que tienen mejores resultados producto de la experiencia acumulada. En el escenario actual, con una tecnología de costos más bajos, tanto el sector público como el privado están en riesgo de caer en la tentación de sembrar el país de unidades neonatales con cuidados intensivos, cada una de ellas atendiendo unos pocos prematuros. El objetivo sanitario de mejorar la sobrevida de este grupo, disminuir su morbilidad y el costo asociado, debe anteponerse a las distintas presiones, de tipo comercial y político y así contener la proliferación de unidades de cuidados intensivos de pequeño tamaño y escasa experiencia. Habrá excepciones en las que por aislamiento geográfico será recomendable y necesario tener unidades de alta complejidad para pocos recién nacidos, sin embargo para la generalidad del territorio nacional debiera evitarse la proliferación de pequeñas unidades neonatales de alta complejidad. Para lograr este objetivo en algunas regiones es imperativo implementar una mejor integración de los sistemas público-privados y en otras zonas más pobladas ambos subsistemas debieran ser capaces de contener los impulsos por la atomización en la atención del prematuro e integrarse en la generación de unidades que atiendan a los pacientes de más de un Servicio de Salud o de más de una Isapre. Este modelo no sólo es válido para la atención de la prematurez, sino que para muchos otros problemas de salud en los cuales el número de pacientes es reducido. El desafío del sector público, con una larga historia de organización de sus prestadores en redes con distintos niveles de complejidad, es seguir perfeccionando el funcionamiento de sus redes eliminando la excesiva burocracia que aún las aqueja y mejorando la comunicación y el traslado de pacientes entre los distintos centros, además de superar las barreras ideológicas que aún subsisten y que limitan la integración público-privada. El desafío del sector privado, especialmente el sector prestador, es profundizar el concepto de funcionamiento en redes de atención, aún tan novedoso para este sector. En la actualidad un sector privado con abundantes recursos disponibles, con tecnología de menor costo y con una política de decisiones de marcado predominio comercial por sobre aspectos sanitarios va a tener que hacer un esfuerzo en el enfrentamiento de las condiciones de salud en las que el número de pacientes es pequeño para dejar de lado la competitividad y reemplazarla por la cooperación. Así en patologías de baja frecuencia, pero de alto impacto sanitario y alto costo como la prematurez, la organización en redes con centros que resuelvan para varias Isapres o instituciones demostrará en el corto plazo ser la solución más eficiente, no solo desde el punto de vista sanitario sino que también económico. Afortunadamente la carencia de médicos especialistas en neonatología, constituye hoy un freno a la proliferación de unidades neonatales de cuidados intensivo pequeñas, pero equipadas con alta tecnología y orientadas a atender un reducido número de pacientes. Esperamos que antes que se resuelva esta carencia, el sector desarrolle una visión sanitaria que permite articular redes de atención con distintos niveles de complejidad y con centros de alta complejidad con el tamaño suficiente para asegurar los beneficios que otorga la experiencia. |